Si tú me miras, te enseñaré a decir te quiero sin hablar

Ya lo dice el célebre músico compositor Alejandro Sanz, "si tu me miras, te enseñaré a decir te quiero sin hablar." Por si sola esta frase es sublime. Llena de admiración, apego, cariño, respeto, amor por la persona que frente a nosotros se encuentra. En donde las palabras se esfuman y el alma grita. 

Cuando el corazón habla, nuestros ojos se vuelven el canalizador y poeta de éste. Se nos acelera el músculo con más fibras sensibles de nuestro cuerpo, se proyecta por medio de la complicidad de nuestros ojos emanando una chispa indescriptible, el aliento se entibia y una explosión de emociones emergen.

Existen personas que por sí mismas no son buenas para expresar con palabras lo que sienten. No tienen el don y consecuencia de ello tantas veces esconden sus sentimientos y se hacen a un lado sin siquiera hacer el intento. Silencian su alma y dejan de vivir.

Mirar a esa persona que nos trae de un ala, cacheteando las banquetas, que nos incita a explayar lo más cursi de nosotros valdría la pena mostrarle en otro lenguaje lo que el corazón desea expresar. De no hacerlo, estamos condenados a morir en la incertidumbre, la duda, en el qué hubiera pasado si...

No hay nada mejor para demostrar lo que hay dentro de nosotros que una mirada. Ya sea de la forma que sea: coqueta, seductora, cómplice, pícara, llena de seguridad o simplemente expresiva. Sea como sea, el brillo te delatará. De hecho, no pudiera ser de otra forma. Cuando se quiere decir algo con emotividad y sentimiento el brillo nos delata y el alma hace el resto. No necesitamos decir palabras.  Como dice la frase "los ojos son el espejo del alma"

Una palabra gusta, pero una mirada enamora.